¡Buenos días mochileros! Esta semana nos hemos desplazado hasta La Jana para conocer sus olivos milenarios de la mano de Gourmet Maestrat.

Actualmente, entre la zona del Maestrat y les terres de l’Ebre se congrega la mayor concentración de olivos milenarios que se conoce en el mundo con unos 4.800 ejemplares catalogados. Unos olivos que no solo componen un paisaje abrumador (algunos de sus troncos superan los 3 metros de diámetro, según los estudios de Romà Senar, biólogo responsable de la catalogación y chipado de los olivos milenarios) sino que además son productores de unos de los mejores aceites del mundo, aceite de olivos milenarios o como muchos lo llaman: oro líquido.
Farga
Según nos explica nuestro guía Javier Romeu, los olivos son originales de la zona de Siria, Líbano y Jordania y, aunque fueron los romanos los que más los explotaron, entraron en Europa gracias a los fenicios. La primera variedad cultivada en el continente europeo fue la Farga, variedad que predomina actualmente en La Jana, donde podemos encontrar una densidad de olivos milenarios de 2.000 por Km2.
Los olivos milenarios que vimos en nuestra excursión tienen esa piel curtida a base de los años, resistente a toda clase de inclemencias, aguas y guerras. Sus troncos, moldeados por el viento de Mestral, retorcidos y coloridos parecen contar historias por si solos y su fruto, la aceituna habla a través de su sabor.
La mayor parte de cosechadores de La Jana son personas de avanzada edad que han crecido junto a estos árboles. Los han cuidado durante años y han bebido de su zumo toda su vida. Aunque el cultivo de los olivos puede ser de regadío o de secano, Javier Romeu nos explica que en esta zona se utiliza el secano ya que de esta forma la aceituna cuenta con menos cantidad de agua y su aceite es más puro y sabroso.
Prensada
La calidad del aceite de los olivos milenarios de La Jana es indiscutible. El grado de acidez máximo al que llega es, según nuestro guía, del 0,3% y su sistema de producción es el que utilizaban los romanos y los árabes años ha: en frío. Nada más recolectar las aceitunas se las llevan al molino donde se machacan. Luego, la pasta se deposita en cofines y de ahí y con tan solo una prensada se extrae el aceite a través de presión. Para ello, los agricultores de la zona solo utilizan aceitunas cogidas del árbol (las del suelo aportan más acidez) y recolectadas en su punto óptimo de maduración. ¡Es normal que cocineros de la talla de Carme Ruscadella o Paco Roncero lo prefieran para sus restaurantes!
Otra de las aplicaciones de las aceitunas milenarias es hacer las típicas “olives trancaes”: aceitunas machacadas reposadas durante un tiempo en agua con sal (que se cambia cada semana) y aromatizada con hierbas aromáticas de la zona (tomillo, saborilla, romero), un auténtico gusto para el paladar.
Nuestra excursión por La Jana y sus olivos milenarios terminó con una excepcional cata de aceites a cargo de Gourmet Maestrat que desde Mochila de Sabor os recomendamos 100%.
Saludos, y ¡hasta pronto mochileros!